El ex dictador argentino Jorge Rafael Videla, dictador argentino desde el año 1976 hasta el 1981, fue condenado este miércoles a prisión perpetua en un penal común como autor mediato de crímenes contra la Humanidad, la ejecución sumarísima y torturas seguidas de muerte de 31 presos políticosque en 1976 estaban encerrados en una cárcel de la provincia de Córdoba.
Esta es la segunda condena a perpetua que recae sobre el ex general, de 85 años, pues ya había recibido igual castigo en el histórico juicio a las Juntas Militares, en 1985, conocido como «el Hitler argentino». Aunque en 1990 fue indultado por el entonces presidente Carlos Menem y en 2008 la Corte Suprema revocó ese perdón y lo envió a prisión preventiva.
Los crímenes investigados en el juicio que ha culminado este miércoles ocurrieron entre abril y octubre de 1976 en el penal General San Martín de la capital cordobesa. Los militares represores del Tercer Cuerpo de Ejército sacaron de allí a prisioneros políticos, con autorización judicial, y los ejecutaron simulando que aplicaban la «ley de fuga».
Contra otros se ensañaron atormentándolos. Por ejemplo, a René Moukarzel, médico, lo estaquearon desnudo en el patio de la prisión, la noche más fría del invierno de 1976, y le arrojaron agua fría hasta morir congelado. Y a Raúl Bauducco, una paliza lo dejó tendido en el suelo, como no se podía levantar lo fusilaron de un tiro en el rostro delante de 300 presos.
El Tribunal Oral Federal 1 de Córdoba condenó junto con Videla a quien fuera su lugarteniente en esa provincia, el ex comandante del Tercer Cuerpo del Ejército Luciano Benjamín Menéndez, de 83 años y con cuatro penas a perpetua, y a otros 21 ex represores a penas de entre prisión perpetua y seis años de encierro. Siete resultaron absueltos.
Tras la lectura del veredicto, que se prolongó una hora, el público la emprendió a gritos de «¡Asesinos!» e «¡Hijos de puta!».
Ultracatólico y anticomunista furibundo, con familia numerosa -ocho hijos- y de una personalidad anodina que le hacía pasar por moderado, Videla encabezó el golpe de Estado que las fuerzas armadas perpetraron el 24 de marzo de 1976 contra la entonces presidenta, Isabel Martínez viuda de Perón.
Convencidos de que libraban la Tercera Guerra Mundial contra el marxismo, los militares ocuparon ochos años el poder, hasta 1983. Clausuraron el Parlamento, los partidos, sindicatos y organizaciones populares. E intervinieron la Justicia. Declararon una cacería contra la guerrilla, que en verdad abarcó a cualquier simpatizante con ideas de izquierda y populistas.
El plan de aniquilamiento se ensañó, sobre todo, con los sindicalistas de base y los trabajadores. Desaparecieron los delegados de comités de empresas de Ford, Mercedes Benz y tantas otras. Tras la ‘limpieza’, cayeron las conquistas sociales y se inició la saga de planes económicos neoliberales.
Cegado de macartismo, los entorchados generales censuraron casi todo, desde libros de Albert Einstein hasta tangos de Carlos Gardel. Incendiaron salas de teatro y colecciones completas de editoriales. Tacharon películas y canciones. Hasta prohibieron el libro de física ‘La cuba electrolítica’, creyendo que era una apología del régimen de Fidel Castro.
Los organismos de derechos humanos aseguran que durante la ‘guerra sucia’ hubo 30.000 desaparecidos, la gran mayoría en el quinquenio (1976-1981) en que Videla ocupó la Casa Rosada. Aunque las cifras oficiales y documentadas registran una cifra menor, casi 8.000 desaparecidos.
En 1977, cuando estaba en la cima del poder absoluto, el dictador explicó el asunto en forma sarcástica a un periodista de Televisión Española. «El desaparecido, mientras sea desaparecido, no puede tener ningún tratamiento especial: es eso… una incógnita. No tiene entidad, no está, ni muerto ni vivo, está desaparecido…», dijo cínicamente.
Sin embargo, octogenario y aún de buen semblante, delgado pero fibroso, pese a que lleva dos años en prisión preventiva, y totalmente lúcido, el ex dictador deberá seguir purgando sus culpas en la cárcel porteña de Villa Devoto, aunque cada tanto saldrá de allí para afrontar, al menos,otros tres juicios orales y públicos por sus aberrantes crímenes.
Este martes, en su alegato final, Videla insistió en que los militares libraron «una guerra justa» contra «terroristas» que buscaban «la destrucción de bienes materiales o de personas» y pretendían instalar en Argentina un régimen marxista leninista. El ex general reclamó, además, «el honor de la victoria» ante la guerrilla y remarcó que asume «todas sus responsabilidades» como jefe del Estado, cargo que ocupó entre 1976 y 1980.